miércoles, 8 de noviembre de 2017

Declaraciones de fe

Declaraciones de fe


INTRODUCCIÓN

Se escucha mucho por las iglesias frases como “lo tienes que declarar”, “lo tienes que proclamar”, “lo tienes que confesar”, con la idea de que lo que uno declara se va a hacer realidad.  Naturalmente, las intenciones son buenas pero en el mejor de los casos se están confundiendo pasajes de las escrituras y creando doctrinas erróneas, y en el peor de los casos está entrando en la iglesia otra doctrina de demonios.

Se emplea este tipo de frases muchas veces en la búsqueda de algún tipo de beneficio de parte del Señor, sea Espiritual o material.  Alguien puede estar buscando un trabajo y esa persona es instruida a “declarar por fe” que tiene un trabajo. 

Miembros de la iglesia son enseñados a “pedirlo por fe una vez y luego dar gracias a partir de allí de que lo tienes por fe, aún que todavía no lo ves”.

Mientras inicialmente no parece haber un problema con este concepto, veremos que hay errores doctrinales que llevan a un mal uso del concepto de “declarar” algo.


¿QUÉ ES DECLARAR?

Siempre es bueno empezar aclarando un poco de terminología.

Según el Gran Diccionario de la Lengua Española © 2016 Larousse Editorial, S.L., declarar significa lo siguiente;

1. Manifestar, hacer público.

2. Dicho de quien tiene autoridad para ello: Manifestar una decisión sobre el estado o la condición de alguien o algo.



Cuando miramos a las sinónimas de declarar, empezamos a darnos cuenta de que declarar no es una palabra cualquiera; manifestar, exponer, expresar, decir, hablar, proclamar, publicar, divulgar, afirmar, dictaminar, juzgar, sentenciar, fallar, decidir, pronunciarse, resolver, determinar, deponer, testificar, atestiguar, testimoniar, confesar, promulgar, decretar.

Una declaración es cosa seria y tiene inescapables connotaciones legales.  Para poder 
declarar algo, esa persona debe tener la autoridad para poderlo hacer.

Vamos a ver a continuación que dicen las escrituras acerca de declaraciones y vamos a ver algunos ejemplos también de personajes Bíblicos para profundizar en el concepto de las declaraciones.


DECLARACIONES EN LA PALABRA DE DIOS

En la Palabra de Dios, donde se menciona el concepto de “declarar” se suele encontrar en tres diferentes usos.

El primero es cuando Dios declara al mundo algo, que puede ser algo que existe, alguna verdad eterna o algo que va a pasar. Es Dios dirigiendo su Palabra hacía nuestra existencia.  Unos ejemplos de este caso podrían ser;

Deuteronomio 26:18; “Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos;

Isaías 43:10 (LBLA) “Vosotros sois mis testigos —declara el Señor— y mi siervo a quien he escogido, para que me conozcáis y creáis en mí, y entendáis que yo soy. Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá.”

Mateo 16:21 (RVR1960) “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.”

El segundo uso es cuando un hombre declara una verdad eterna acerca de Dios, o cuando declara lo que Dios le ha instruido que declara como puede ser una profecía o una promesa, basado en una verdad eterna de Dios.  Un ejemplo puede ser;

Jeremías 42:21 (RVR1960) “Y os lo he declarado hoy, y no habéis obedecido a la voz de Jehová vuestro Dios, ni a todas las cosas por las cuales me envió a vosotros”.

Un tercer ejemplo del uso de la palabra declarar es cuando una persona declara una realidad que está siendo observado o que existe en ese momento, como puede ser;

2 Reyes 6:12 (RVR1960) “Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta.

Levítico 13:14-15 (RVR1960) "Mas el día que apareciere en él la carne viva, será inmundo. Y el sacerdote mirará la carne viva, y lo declarará inmundo. Es inmunda la carne viva; es lepra". En esta ocasión, el sacerdote está declarando lo que observa, no está declarando lo que le gustaría ver, ni lo que le gustaría que pasara. Tampoco hay ninguna instrucción de “auto-declararse sano” cuando esto no es el caso.


DECLARACIONES BÍBLICAS

Declarar que “Sus misericordias son nuevas cada mañana” es declarar una realidad ya existente y eterna de Dios. No estamos creando nada nuevo con nuestra boca.  Lo mismo con las siguientes declaraciones;

“Dios es bueno”, “Dios es mi sustento”, “Dios ve cada uno de mis necesidades”, “Dios es mi sanador”. Y lo mismo podemos decir para un montón de otras declaraciones Bíblicas como; “Dios me sostendrá”, “Dios suplirá cada uno de mis necesidades”, “Por sus llagas fuimos sanados”, “Por gracias somos salvos”, “La sangre de Cristo Jesús derramado en la Cruz de Calvario me limpia de todo pecado, si confieso mis pecados y le confieso Señor y Salvador de mi vida.”

Pero esto no es lo mismo que decir cosas como; “Tengo un nuevo auto en el nombre de Jesús”; “Declaro que este negocio tendrá éxito”; “Declaro que el año que viene será un año próspero para mí”; “Declaro sanidad sobre este cuerpo”. Dios nos instruye a orar, no declarar.


FUENTE DE INSPIRACIÓN CORRECTA

Como siempre debemos ver el ejemplo que nos deja Jesús en las Escrituras, y siempre buscar que nuestra doctrina sea basada en La Palabra de Dios y no en las ideas del hombre.

Vemos lo que dice Jesús;
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?  
Lucas 18:1-8 (RVR1960)

En este pasaje el Señor mismo nos instruyó a pedir nuestra causa, a orar y a clamar a Él día y noche hasta conseguir lo que buscamos.  No dice “pide una vez y luego dar gracias”. Tampoco dice, “declarad que lo tienes aún que todavía no lo tienes”.


EXIGIR versus PEDIR

Son al menos 152 veces a través de las escrituras que el concepto de clamar a Dios es mencionado. Esto indica que es un concepto importante para Dios.

Según el Gran Diccionario de la Lengua Española © 2016 Larousse Editorial, S.L., clamar significa los siguiente;

Clamar; Del latín clamare.

1. Pedir algo de manera vehemente, ej. “clamar justicia ante una afrenta”. Implorar.

2. Gritar, dar voces pidiendo ayuda, ej. “clamó ante el tribunal que él no era culpable”.

3. Manifestar con vehemencia la necesidad de algo, ej. “los campos claman por agua”.

4. Hablar con gravedad y solemnidad, ej. “el orador clamaba ante un hastiado auditorio”.

La persona que fue llamado en 1 Samuel 13:14 un “varón conforme a Su corazón”, escribió en Salmos 30:7-9 "Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte. Escondiste tu rostro, fui turbado. A ti, oh Jehová, clamaré, Y al Señor suplicaré." (RVR1960).  Aquí, el amigo íntimo de Dios, no habla de declaraciones si no de suplicaciones.

Como dicen las escrituras:

Deléitate en el Señor, y Él te concederá las peticiones de tu corazón. (Salmos 37:4)

Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré. (Juan 14:13-14)

Clamar, suplicar y pedir son el orden del día en las Escrituras.  Pocas veces se ve en la Biblia algún hombre de Dios exigiendo a Dios algo. Y lo que no se ve en absoluto es un hombre de Dios declarando cosas por su cuenta, obviando a Dios por completo.


ORACIÓN

Los apóstoles ponían sus manos sobre las personas y oraron por ellos, y fueron sanados.

Marcos 8:25 Entonces {Jesús} puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y lo veía todo con claridad.

Lucas 13:13 Y puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.

Marcos 6:5 Y no pudo hacer allí ningún milagro; sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos.

Lucas 4:40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades se los llevaban a Él; y poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

Mateo 19:13 Entonces le trajeron {algunos} niños para que pusiera las manos sobre ellos y orara; y los discípulos los reprendieron.

En ninguno de estos pasajes vemos ni a Jesús ni los apóstoles “declarando sanidad” sino imponiendo manos y orando.

No es lo mismo decir “declaro sanidad…” que decir “espíritu de enfermedad te hecho fuera en el nombre de Jesús”.

Deberíamos estar diciendo, “Espíritu Santo, te invitamos a venir a sanar este cuerpo”.

La oración es un diálogo con el Dios Trino. Debemos recordar que nosotros somos vasijas de barro lleno de algo precioso.  No somos especiales ni poderosos sin la presencia del Dios Poderoso.  No es por nuestras palabras en sí que pasan los milagros, sino que nuestras palabras permiten un canal de bendición a través de lo cual Dios puede obrar.

Dios generalmente ha elegido limitarse a obrar en este mundo a través de Sus Santos, así que nosotros somos como tubos conectando la presencia de Dios a este mundo necesitado.  Dios fluye a través de nosotros.  Somos ductos.  Somos como bajantes o tubos, a través de lo cual la lluvia de Dios fluye cuando le buscamos, y cuando no hay obstrucciones de pecado en nuestras vidas.


AUTORIDAD DELEGADA

Es el Espíritu Santo que realiza el milagro; nosotros solo somos sus instrumentos.  Somos portadores de la gracia.  Somos embajadores representando Su Reino.  Somos autoridades delegados del poder de Dios.  Aparte de Dios, somos barro, somos tubos feos; no somos nada.  Lo que nos llena es lo que nos da valor.  Sin Dios, no valemos nada.  Y esa actitud debe estar presente cuando oramos.

No es que yo por mi cuenta puedo conseguir cosas con mis declaraciones, sino que Dios en Su gracia ha delegado autoridad en el Nombre de Jesús sobre mí.  ¡Yo pido cosas “en el nombre de Jesús” por algo!  ¡Porqué en mi nombre no voy a conseguir nada!  Por lo tanto, es PIDIENDO en el nombre de Jesús, que puedo conseguir algo.  No es por mis “declaraciones espirituales”. 

Si yo digo “en mi nombre…” no voy a lograr nada.  De la misma manera si yo digo “yo declaro…” tampoco voy a conseguir nada.  Hay que ordenar nuestra forma de pensar y estructurar la oración de tal forma que el “yo” desaparezca de la frase, y que Jesús sea el que lleve la gloria, ya que es en Su nombre que se obtienen los resultados, no en nuestro nombre.
Debemos invitar que la presencia de Dios intervenga en una circunstancia.  Él es todo poderoso y puede perfectamente cambiar las circunstancias.  Solo debemos tener fe en que Él lo hará. 

Cuando Jesús resucitó y habló con ellos acerca de la gran comisión, les dijo; “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” (Mat 28:18-20 NVI)

Jesús no dijo, “…y yo les entrego toda la autoridad a ustedes”.  Dijo, “vayan… en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.  No somos semidioses o pequeños dioses.
Tenemos una autoridad ligada directamente a nuestra relación con Dios.  Aparte de Dios, no somos nadie.  De la misma forma que un embajador solamente tiene inmunidad diplomática mientras que trabaja en ese puesto.  El momento que deja de formar parte del cuerpo diplomático, deja de tener inmunidad.  El embajador es un representante legal de su país o reino, y tiene todo el respaldo y protección que ofrece el país que representa, a pesar de que pueda estar viviendo en otra.  La casa donde vive el embajador (la embajada) es un pequeño pedazo de ese otro país; el auto donde viaja, también.  Él representa otro reino, y tienen delegado sobre él, autoridad para hablar en nombre de ese país, y de actuar en nombre de ese país.  Cuando el diplomático firma un documento, lo hace en nombre de su país.  Cuando habla, lo hace en nombre de su país. 

De la misma forma, nosotros somos enviados diplomáticos representando el Reino de los Cielos, cuyo rey es el Señor de Señores, Creador de este Universo.  Nosotros tenemos autoridad debido a nuestra relación con nuestro Dios.  Nosotros vamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo a predicar la palabra de Dios y “señales acompañarán a los que crean” (Marcos 16:17).

Tenemos autoridad delegada, o sea nuestra autoridad viene del Padre en el nombre de Jesús.

Por eso un policía tiene autoridad sobre nosotros, porque él es autoridad delegada.  La policía es una fuerza de seguridad encargada de mantener el orden público y la seguridad de los ciudadanos y sometida a las órdenes de las autoridades políticas.  Un policía sin su placa es un don nadie.  Lo que le da autoridad es su placa, y esa placa es simplemente un símbolo para indicar que el policía es respaldado por una entidad legal y es tu trabajo hacer cumplir la ley.  El policía actúa “en nombre de la ley”.  Pero es sujeto a las autoridades.  El policía actúa dentro de la ley y normalmente en coordinación y comunicación constante con sus autoridades.  No es un radical libre que anda declarando y haciendo lo que le de la gana.

Lo mismo pasa con nosotros. Somos autoridad delegada de Dios y actuamos en el nombre de Jesús, imponiendo el Reino de Dios en las vidas de las personas. No actuamos en nuestro nombre o según lo que “digo yo” o “declaro yo”, sino lo que El Padre ha declarado. Yo declaro verdades bíblicas, no ideas mías.  Yo declaro lo que anhela el Padre, y pido en el nombre de Jesús para que El Padre actúe.


¿PARA QUIÉN ES LA GLORIA?

Debemos tener cuidado cuando aparecen doctrinas que quitan la gloria a Dios.  Nosotros si tenemos autoridad, pero es por Él y nada más.  Fuera de Él no somos nada.

Porque si solo dependiera de nuestras “declaraciones”, entonces podríamos salir y “declarar” sobre nuestro auto viejo, de que mañana en la mañana se va a convertir en un auto nuevo.  El problema con las “declaraciones de fe, es que quita de por medio el “filtro” de tener que pasar por El Señor y su opinión sobre lo que estamos “declarando”.  “Solo tengo que declarar en fe y será hecho”.

Debemos PEDIR según el corazón de Dios.  Como dice la Palabra, "Y cuando PIDEN, no reciben porque PIDEN con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones." (Santiago 4:3 NVI).

Aquí no habla de declarar, sino de pedir…… hay una gran diferencia.  Uno es una posición de humildad, y el otro es una posición de soberbia. 

En Salmos 34:16-18 dice: “…Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.” (RVR1960)

Imagine por un momento que toda la familia está sentado en la mesa para comer y que nuestro hijo dijera, “mañana declaro que voy a recibir un nuevo celular”.  ¡Sería de risa!  Se me ocurren todo tipo de frases para decirle.  Pero en cambio si nuestro hijo nos dijera, “Hola mi querido y hermoso Papá, por favor, necesito otro celular, el que tengo ya no sirve…”, entonces sería ya solo cuestión de negociaciones internas familiares hasta que el hijo obtuviera un resultado, sobre todo cuando el hijo depende totalmente de nosotros económicamente.

Nuestras intenciones deben ser glorificar a Dios siempre, y eso incluye nuestras oraciones.  Si nosotros decimos “yo declaro” cuando oramos por un enfermo, y esa persona fuera sanada, ¿a quién le van a dar la gloria y el reconocimiento?

Estas son las únicas declaraciones por parte de los siervos de Dios en la Palabra donde se usa la frase “yo declaro” o “declaro”:

Salmos 16:2 Yo declaro, Señor, que tú eres mi dueño; que sin ti no tengo ningún bien.
Salmos 31:14 Señor, yo confío en ti, y declaro que tú eres mi Dios.
Salmos 140:6 Yo, Señor, declaro que tú eres mi Dios; ¡dígnate, Señor, prestar oído a mi súplica!

Como podemos ver, aquí ninguno está declarando bendiciones materiales para si mismo.


LÉXICO CORRECTO

Ahora, ¿qué pasa cuando mezclamos todo?  Algo como “En el nombre de Jesús, yo declaro…”.

Creo que nuestro léxico sigue mal.  ¿Por qué no podemos decir “En el nombre de Jesús yo pido…”?  Seguimos “declarando” en lugar de “pedir”.  ¿A caso Dios nos debe algo? 
Hasta Jesús pidió al Padre; no solo pidió sino dice que va a rogar al Padre;  “Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre…” (Juan 14:16 RVC).  Si hay alguien en este mundo quien tuvo el derecho de “declarar” era Jesús, hijo de Dios.  Jesús es nuestro ejemplo a seguir pero ni siquiera Jesús utilizó la palabra “declaro” ni una sola vez.  Más bien lo que hacía era siempre referirse a lo que había “declarado” su Padre, diciendo “escrito está”.


DECLARAR SU PALABRA

Hay una diferencia entre declarar por fe lo que uno quiere obtener y declarar la Palabra de Dios sobre la vida de uno, sobre todo las promesas de Dios que son para nuestra bendición.

No es lo mismo decir “Declaro que mañana voy a tener un Ferrari” o que “Este nuevo año va a ser un año de prosperidad”; que tomar un pasaje de la Biblia donde declara cualidades del carácter de Dios hacia nosotros.

Por ejemplo, al leer (Isaías 41:10) “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”, podemos “declarar” que “No voy a tener miedo porque Dios está conmigo; no me voy a desmayar porque Dios es quién me da fuerzas, y siempre me ayudará; siempre me sostendrá con la diestra de Su justicia”.

Eso sería un ejemplo de una declaración basado en Su Palabra, el cual está escrita en la Biblia, y es una declaración de las bondades de Dios hacía mí u otra persona.  Esto no es algo que he inventado basado en una idea humana o una emoción o un deseo.  Esto es una realidad espiritual o una verdad espiritual que existe y afecta de forma positiva a mi vida y a la de otros.  Al expresarlo o vocalizarlo o confesarlo sobre mi vida o la de otra persona, estoy liberando el poder de la Palabra de Dios para que afecte mi realidad o la de otra persona.

El mejor ejemplo de esto es Romanos 10:9 donde dice “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.” No dice “si lo piensas…”, “si lo meditas…”. Dice “si confiesas…”.  Cuando confesamos verdades Bíblicas sobre nuestras vidas, entonces el poder de la Palabra de Dios es liberado en esa circunstancia, y como dice Su misma palabra en Isaías 55:11 "...               así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié.” (LBLA).  La Palabra de Dios es enviada y cumple un propósito

Además, la Palabra de Dios es poderoso y tiene vida, como dice en Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón.” (DHH)  O en otra versión, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (RVR1960).

Así que La Palabra de Dios es, viva, poderosa, y cumple un propósito.  Pero es la palabra de Dios el que tiene poder en nuestra boca.

Ahora, hay otro aspecto de todo esto que debemos explorar, y es el tema de autoridad.  La Palabra dice en Romanos 8:10; “Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.” Y también en Romanos 8:14-17  “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.  Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre!  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” (RVR1960).  La Palabra  también dice en 1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;” (RVR1960).  

Nosotros como creyentes somos Hijos de Dios, Coherederos con Cristo y Sacerdotes.
Un sacerdote es una persona que hace de intermediario entre Dios y el hombre.  El sacerdote lleva la Palabra de Dios al pueblo.

Somos coherederos con Cristo, solamente por la gracia y la enorme misericordia de Dios; ya que merecedores de semejante privilegio no somos.  Más bien fuimos la causa de la muerte de Su hijo en la cruz.  Es solamente por el enorme amor que Dios tiene para con nosotros que nos ha dado la oportunidad de vivir un día más, y más asombroso es la oportunidad de vivir una eternidad con Él.

Así que nuestras oraciones deberían tener la siguiente estructura:

Padre Dios, pido en el Nombre de tu hijo Jesucristo, que envíes el Espíritu Santo para…

Padre Dios, pido en el Nombre de tu hijo Jesucristo, por la sanidad…

Padre Dios, en el Nombre de tu hijo Jesucristo hecho fuera…

Esto significa que si existen un montón de declaraciones que podemos hacer, pero son declaraciones basadas en Su Palabra, no en nuestra codicia. 

Otros ejemplos de declaraciones basados en Su Palabra pueden ser:

Soy amable y bondadoso con los demás. Los perdono como Dios en Cristo me ha perdonado (basado en Efesios 4:32).

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (basado en Filipenses 4:13).

Al vivir en Dios, mi amor se hace más perfecto. Puedo enfrentarme a Él con confianza en el día del juicio porque vivo como Jesús aquí en este mundo (basado en I Juan 4:17).


PALABRA REMA

Las declaraciones que mayor efecto tienen sobre nuestras vidas o sobre las vidas de otras son las declaraciones que se alinean con El corazón del Padre en ese momento, o sea, estén basados en una Palabra REMA.  Para eso hay que discernir Su voz y discernir Su corazón, para que la declaración que hagamos sea una palabra viva y eficaz en acorde a lo que Dios está haciendo en ese momento.

La palabra “rhema” se refiere a una palabra que se habla y significa "una articulación". Una “palabra rhema” es un versículo o parte de las Escrituras que el Espíritu Santo llama nuestra atención con aplicación a una situación actual o cuando haya una necesidad de dirección.

Cada palabra de Dios es inspirada, y "toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (II Timoteo 3:16). Es el Espíritu Santo quien ilumina Escrituras particulares para su aplicación en nuestra caminata diaria con el Señor.

Las palabras de Jesús son significativas en este punto. "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra [rhema] que sale de la boca de Dios" (Mateo 4: 4). Jesús también declaró: "Las palabras [rhema] que os hablo, son espíritu, y son vida" (Juan 6:63).

Cuando Dios nos da una “réma” para que actuemos, a menudo lo confirma mediante una segunda “réma”, que “en boca de dos o tres testigos se establecerá toda palabra [rhema]” (II Corintios 13: 1).

Los siguientes pasajes de la Escritura proporcionan una idea de las rhemas de Dios:

"Así que la fe es por el oír y el oír por la palabra [rhema] de Dios" (Romanos 10:17).

"Y toma el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra [rhema] de Dios" (Efesios 6:17).

"Si permanecéis en mí, y mis palabras [rhema] permanecen en vosotros, pediréis lo que queráis, y se os hará a vosotros" (Juan 15: 7).

Los siguientes pasajes de las Escrituras dan ejemplos de las rhemas de Dios:

Cuando Jesús le dijo a Pedro que echara las redes de pesca al otro lado del barco, Pedro respondió: "Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos tomado nada; sin embargo, a tu palabra [rhema] echaré la red" ( Lucas 5: 5).

Cuando el ángel le dijo a María que tendría un hijo, "María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra [rhema] "(Lucas 1:38).

Dios le dio a Juan el mensaje que debía predicar como precursor de Cristo: "La palabra [rhema] de Dios vino a Juan" (Lucas 3: 2).

Jesús le dijo a Pedro que lo negaría. "Y se acordó de la palabra [rhema] de Jesús, que le dijo: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces" (Mateo 26:75).

Aquí vemos que Dios trae una palabra viva a cada situación.  Esto es diferente al “logos” de Dios que es toda la Escritura.  Logos, se refiere principalmente a la Palabra de Dios totalmente inspirada y a Jesús, Quien es el Logos viviente.  En cambio “rhema” es una palabra de Dios (siempre en acuerdo con su “logos”) que aplica a esa situación o circunstancia. 


Lo más importante aquí es saber escuchar la voz de Dios, esa palabra rhema que llega, ya que esa palabra declarada sobre la vida de alguien sí tiene el poder de transformar las circunstancias.  Esas declaraciones por parte de Dios, sí tienen el poder de impactar nuestras vidas.

Bendiciones

Daniel Neve

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