miércoles, 16 de agosto de 2017

El anhelo de Pedro - Soñando con Dios

El anhelo de Pedro - Soñando con Dios

La historia de cuando Pedro salió del barco y caminó sobre las aguas, es uno de los más conocidos de la Biblia, pero hay algunos aspectos de esta historia que son fascinantes.




En seguida Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro lado mientras él despedía a la multitud. Después de despedir a la gente, subió a la montaña para orar a solas. Al anochecer, estaba allí él solo, y la barca ya estaba bastante lejos de la tierra, zarandeada por las olas, porque el viento le era contrario.  En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. —¡Es un fantasma! —gritaron de miedo.  Pero Jesús les dijo en seguida: —¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.  —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua.  —Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame!  En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?  Cuando subieron a la barca, se calmó el viento.  Mateo 14:22-32 (NVI)

Pedro era un hombre de Dios con mucho entusiasmo y su anhelo más grande era estar cerca de Jesús. Pedro era un soñador valiente e idealista, pero a la vez obediente y sujeto a la Palabra de Dios.  Pedro metió la pata varias veces a lo largo de su caminata con Jesús, pero al poco tiempo después de que ocurrió este evento, Jesús le dijo a Pedro "… tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella."  Había algo en Pedro que a Jesús le encantaba.

Pedro tenía unas ganas enormes de agradar al Señor y de buscarle y de estar con Él.  Pedro era un adorador de Dios y le encantaba estar en Su presencia.  Para todos nosotros que soñamos con el anhelo de que seamos usados para realizar proezas para nuestro Papá, Pedro es una inspiración.  Él es un ejemplo de alguien que busca la presencia de Dios y soñará con cosas imposibles con tal de estar un poco más cerca de Él y de hacer Su voluntad, y en medio de esta extraña historia podemos aprender mucho acerca de cómo deben funcionar el tema de nuestros anhelos, sueños y la voluntad de Dios.

Muchos creen que Dios es el único que debe tomar la iniciativa en nuestras vidas y que nosotros sólo nos queda obedecer.  Pero esto nos convierte en robots, sin libre albedrío y casi lobotomizados.
Dios es El Creador.  Dios es el ser más creativo que existe.  Creó el universo en lo cuál vivimos y nosotros somos creados en Su imagen.  Dios nos ha dado una imaginación tremenda, y la habilidad de crear y soñar viene con eso.  De hecho en cuanto más nos acercamos a nuestro Creador, más creativos nos volvemos.  No hay nada que inspire más que el amor del Creador hacia nosotros.  A medida que nos centramos en Dios, más Él nos ayuda a ser creativos y de soñar en sujeción a Su voluntad.

Soñar, tener ideas y crear, no son malos.  Lo más importante es saber de dónde tomar nuestra inspiración ya que también podemos ser inspirados a crear cosas feas o malvadas o tener ideas necias.  Si fijamos nuestra vista en cosas malas, entonces producimos cosas malas o podemos acabar haciendo cosas malas.  El querer hacer las cosas, nace en la mente con una idea, que luego se convierte en un anhelo, que a su vez luego lleva a una acción.

En esta ocasión, Pedro vio algo que le inspiró a un pensamiento extraordinario. Él puso sus ojos en Jesús, Su poder sobrenatural y en lo que Jesús estaba haciendo en ese momento, y Pedro inmediatamente soñó con algo humanamente imposible.

Pedro soñó primero.  No era una palabra de Dios primero.  No era la voz de Dios que vino primero.  Primero Pedro puso sus ojos en lo espiritual y nació un sueño y un anhelo en su corazón.

Después, Pedro pidió respaldo y confirmación para su sueño.  Él pidió aclaración.  "Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas."  Pedro quería tener claro que era Dios que le había inspirado a tener la idea de caminar sobre las aguas.

Pedro sabía algo muy importante, y es que en sus propias fuerzas, él no podía hacer nada.  Pedro sabía que sólo la Palabra de Dios iba a hacer posible su sueño sobrenatural de caminar sobre las aguas.  Sin la Palabra de Dios, Pedro no iba a salir de barco.  Sin la palabra de Dios, Pedro no se iba a jugar su cuello arriesgándose a hacer lo que era una locura sin Dios.
Pedro esperó a recibir esa confirmación y la palabra de poder y autoridad, sobre lo cual él se iba a apoyar inmediatamente y en los tiempos venideros a medida que él se iba a enfrentar a circunstancias imposibles sin esa palabra.  Esa palabra sobrenatural iba a ser su sustento sobrenatural mientras que él iba a realizar algo sobrenatural.
Es muy importante tener claro que Dios nos habló antes de lanzarnos a hacer esa locura sobrenatural por qué es esa fe en Su Palabra lo que nos va a sostener cuando las circunstancias que nos rodean se pongan feas y cuando las palabras de desánimo llegan.  ¿Qué cree usted que estaban diciendo los otros discípulos en el barco en el momento que Pedro estaba sacando una pierna del barco?  "¡Animo!" "¡Tú puedes hacerlo!"
¡Lo dudo mucho! La Palabra nos dice que los demás discípulos estaban "dando voces de miedo".  Pero Pedro, armado con la Palabra que Dios le había dado, rehusó escuchar las palabras de desánimo y se propuso sólo fijar sus ojos en Jesús y sus oídos espirituales en la palabra que él acababa de recibir.
Pedro, el que en un rato más iba a ser llamado la roca sobre lo cual Jesús iba a edificar Su iglesia, puso su pie sobre la roca que es Cristo, la Palabra de Dios, para caminar sobre las aguas.  No sabemos cuanta distancia caminó, pero si sabemos que caminó.

Todos sabemos que Pedro luego dudó, y empezó a hundir, pero eso nos pasa muchas veces a los que nos arriesgamos a caminar en lo sobrenatural de Dios.  Pedro escuchó esas voces que le habían dicho..."es imposible", "no vas a poder", "te vas a hundir", "nadie ha hecho eso antes", "estás loco", "no lo hagas", “mira esas olas enormes”…
Cuando Pedro se empezó a hundir en el agua, Jesús no le condenó a Pedro.  Debemos recordar siempre que el carácter de Jesús es el de puro amor y que sus “regaños” siempre son para hacernos crecer.  Dios nos amonesta en amor, para que crezcamos en nuestro entendimiento y en nuestra fe.
Al ver a Pedro empezar a hundir y exhortarle acerca de su fe, me imagino la cara de Jesús riendo igual que cuando un padre está enseñando a su hijo a montar en bicicleta.  Imagina la frase de nuevo pero esta vez recordando que es el Dios de amor que lo está diciendo; “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”   Es cómo decir a nuestro hijo en la bicicleta..."¡Paraste! ¿Porqué no seguiste?"
Los que confiamos en la Palabra de Dios, de vez en cuando pasamos por malos ratos donde nos entra la duda, pero es allí donde Dios de repente extiende Su mano en misericordia y no nos deja hundir.  Puede que ese momento de hundimiento nos pueda parecer una eternidad, pero Dios nos recatará, aunque no sea justo en el momento cuando nos gustaría.  Puede que nos mojemos un poco, pero lo que sí está garantizado, es que Dios nos rescatará si volvemos a poner nuestros ojos en Él.
Dios no nos condena por dudar.  Sino que simplemente nos exhorta a no dudar de Su Palabra.  Esa palabra preciosa que Dios nos ha dado, es lo que nos va a sustentar en los tiempos difíciles y no nos podemos dar el lujo de dudar de ello a pesar de las circunstancias.

Muchos se quedan en el barco y no se arriesgan a confiar solamente en La Palabra de Dios.  Es muy fácil criticar desde el barco, pero otra cosa es tomar ese paso de fe y depender completamente de esa palabra preciosa que hemos recibido, y no mirar a las circunstancias que nos rodean o escuchar a esas voces de miedo y de desanimo que tanto abundan cuando empezamos a caminar en búsqueda de las promesas que Dios nos ha dado.
Dios se emociona cuando nosotros decidimos confiar en Su Palabra y empezamos a dar nuestros primeros pasos de fe.  Lo que más anhela es que confiemos plenamente en Él.  Van a haber momentos cuando las circunstancias que nos rodean nos asustan y puede que nos hagan dudar sobre la fidelidad de Dios o de la palabra que hemos recibido.  Pero es por eso que es muy importante mantener siempre nuestros ojos puestos en Cristo y nuestros oídos atentos a Su Palabra, para que nuestra fe no falle.  A medida que empezamos a caminar sobre Su Palabra, hay que estar atentos a esas palabras de ánimo que van a ir llegando por parte de nuestro Papá en la forma de; “¡Muy bien!”, “¡Así es!”, “Siga así”, “Siga viniendo hacía mi”.

Lo bueno es que aún que nuestra fe pueda fallar, Dios en Su misericordia no nos va a dejar hundir.  A Él le encanta que confiemos en Él, y sabe que somos carne y que algunas veces podemos fallar, pero lo que Él anhela es tener más hijos que se arriesgan a tomar pasos de fe, basados en Su Palabra.  Dios prefiere que lo intentemos y que tropecemos, a que nos quedemos en la barca de lo que conocemos.

Cuando extendemos nuestra mano hacía Él, nuestro Papá nos abraza con una sonrisa y nos agarra firmemente y nos dice "vámonos juntos".  No puedo imaginar la cara de alegría de Pedro al estar acompañando a Jesús en Su paseo sobre las aguas, y la cara de asombro de los discípulos a medida que se acercaban de nuevo al barco.  Pedro experimentó un nivel de provisión sobrenatural que los demás discípulos no experimentaron e hizo lo que ninguno de ellos hicieron.

Tanto los discípulos como Jesús estaban todos en la misma tormenta.  El barco estaba siendo azotado por las olas porque había un viento en contra pero cuando Pedro se bajó del barco y empezó a caminar sobre el agua, Pedro dejó de estar afectado por las olas y la tormenta.  Pedro, al dejar el barco y confiar solamente en la Palabra que él había recibido, dejó de estar afectado por las circunstancias mientras que mantuvo sus ojos puestos en Cristo.  Pedro estaba experimentado lo mismo que Jesús, que es que Su Palabra sostiene a el que cree por encima de todo lo que pueda pasar.

Pedro obedeció la palabra de Dios, pero era una palabra que Pedro había buscado de parte del Señor.  Dios no quiere robots.  Él quiere personas que se atreven a soñar según Su corazón, inspirados en Su hermosura y Su amor.
El Padre quiere que Sus hijos sean como Él, creativos y soñadores.  El Padre quiere hijos valientes que se atreven a imaginar y soñar con locuras sobrenaturales inspirados en Su persona y en Su amor, y cuando recibamos la palabra de confirmación, entonces nos toca ser muy valientes.  Vendrán esas palabras de desánimo y las olas aterradoras, pero debemos recordar el porqué salimos del barco, y confiar en Su preciosa Palabra para darnos aliento.  Y lo más extraño es que estaremos más seguros caminando sobre Su Palabra que quedándonos en el barco.

Pedro vio lo que estaba haciendo Dios e imaginó y soñó algo inspirado por Dios.  Pidió confirmación de ese anhelo.  Pedro dijo "si este anhelo y sueño es correctamente inspirado por ti, respáldalo con tu Palabra y haga posible este caminar sobre las circunstancias imposibles".  Se sostuvo sobre esa Palabra e hizo cosas humanamente imposibles a medida que mantuvo sus ojos puestos sobre Cristo.

Esto es un maravilloso ejemplo de la voluntad soberana de Dios y el libre albedrío del hombre trabajando juntos. Es el hombre eligiendo cumplir con los propósitos de Dios, con resultados sobrenaturales.
Que Pedro sea una inspiración para todos nosotros que estamos confiando en una palabra o una promesa que Dios nos ha dado, y que nos ayude a recordar en todo momento que lo importante es mantener nuestros ojos puestos en Él y nuestros oídos atentos a Su voz.


Bendiciones
Daniel Neve



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