El anhelo de Pedro - Soñando con Dios
La historia de cuando Pedro salió del barco y
caminó sobre las aguas, es uno de los más conocidos de la Biblia, pero hay
algunos aspectos de esta historia que son fascinantes.
En seguida
Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro
lado mientras él despedía a la multitud. Después de despedir a la gente, subió
a la montaña para orar a solas. Al anochecer, estaba allí él solo, y la barca
ya estaba bastante lejos de la tierra, zarandeada por las olas, porque el
viento le era contrario. En la
madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los
discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. —¡Es un
fantasma! —gritaron de miedo. Pero Jesús
les dijo en seguida: —¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo. —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame
que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo
Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero
al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó:
—¡Señor, sálvame! En seguida Jesús le
tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste? Cuando subieron a la barca, se
calmó el viento. Mateo 14:22-32
(NVI)
Pedro era un hombre de Dios con mucho entusiasmo y
su anhelo más grande era estar cerca de Jesús. Pedro era un soñador valiente e
idealista, pero a la vez obediente y sujeto a la Palabra de Dios. Pedro metió la pata varias veces a lo largo de
su caminata con Jesús, pero al poco tiempo después de que ocurrió este evento,
Jesús le dijo a Pedro "… tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi
iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella." Había algo en Pedro que a Jesús le encantaba.
Pedro tenía unas ganas enormes de agradar al Señor
y de buscarle y de estar con Él. Pedro
era un adorador de Dios y le encantaba estar en Su presencia. Para todos nosotros que soñamos con el anhelo
de que seamos usados para realizar proezas para nuestro Papá, Pedro es una
inspiración. Él es un ejemplo de alguien
que busca la presencia de Dios y soñará con cosas imposibles con tal de estar
un poco más cerca de Él y de hacer Su voluntad, y en medio de esta extraña
historia podemos aprender mucho acerca de cómo deben funcionar el tema de
nuestros anhelos, sueños y la voluntad de Dios.
Muchos creen que Dios es el único que debe tomar la
iniciativa en nuestras vidas y que nosotros sólo nos queda obedecer. Pero esto nos convierte en robots, sin libre
albedrío y casi lobotomizados.
Dios es El Creador.
Dios es el ser más creativo que existe. Creó el universo en lo cuál vivimos y nosotros
somos creados en Su imagen. Dios nos ha
dado una imaginación tremenda, y la habilidad de crear y soñar viene con eso. De hecho en cuanto más nos acercamos a nuestro
Creador, más creativos nos volvemos. No
hay nada que inspire más que el amor del Creador hacia nosotros. A medida que nos centramos en Dios, más Él nos
ayuda a ser creativos y de soñar en sujeción a Su voluntad.
Soñar, tener ideas y crear, no son malos. Lo más importante es saber de dónde tomar
nuestra inspiración ya que también podemos ser inspirados a crear cosas feas o
malvadas o tener ideas necias. Si
fijamos nuestra vista en cosas malas, entonces producimos cosas malas o podemos
acabar haciendo cosas malas. El querer
hacer las cosas, nace en la mente con una idea, que luego se convierte en un
anhelo, que a su vez luego lleva a una acción.
En esta ocasión, Pedro vio algo que le inspiró a un
pensamiento extraordinario. Él puso sus ojos en Jesús, Su poder sobrenatural y
en lo que Jesús estaba haciendo en ese momento, y Pedro inmediatamente soñó con
algo humanamente imposible.
Pedro soñó primero. No era una palabra de Dios primero. No era la voz de Dios que vino primero. Primero Pedro puso sus ojos en lo espiritual y
nació un sueño y un anhelo en su corazón.
Después, Pedro pidió respaldo y confirmación para
su sueño. Él pidió aclaración. "Entonces le respondió Pedro, y dijo:
Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas." Pedro quería tener claro que era Dios que le
había inspirado a tener la idea de caminar sobre las aguas.
Pedro sabía algo muy importante, y es que en sus
propias fuerzas, él no podía hacer nada. Pedro sabía que sólo la Palabra de Dios iba a
hacer posible su sueño sobrenatural de caminar sobre las aguas. Sin la Palabra de Dios, Pedro no iba a salir
de barco. Sin la palabra de Dios, Pedro
no se iba a jugar su cuello arriesgándose a hacer lo que era una locura sin
Dios.
Pedro esperó a recibir esa confirmación y la
palabra de poder y autoridad, sobre lo cual él se iba a apoyar inmediatamente y
en los tiempos venideros a medida que él se iba a enfrentar a circunstancias
imposibles sin esa palabra. Esa palabra
sobrenatural iba a ser su sustento sobrenatural mientras que él iba a realizar
algo sobrenatural.
Es muy importante tener claro que Dios nos habló
antes de lanzarnos a hacer esa locura sobrenatural por qué es esa fe en Su
Palabra lo que nos va a sostener cuando las circunstancias que nos rodean se
pongan feas y cuando las palabras de desánimo llegan. ¿Qué cree usted que estaban diciendo los otros
discípulos en el barco en el momento que Pedro estaba sacando una pierna del
barco? "¡Animo!" "¡Tú
puedes hacerlo!"
¡Lo dudo mucho! La Palabra nos dice que los demás
discípulos estaban "dando voces de miedo". Pero Pedro, armado con la Palabra que Dios le
había dado, rehusó escuchar las palabras de desánimo y se propuso sólo fijar
sus ojos en Jesús y sus oídos espirituales en la palabra que él acababa de
recibir.
Pedro, el que en un rato más iba a ser llamado la
roca sobre lo cual Jesús iba a edificar Su iglesia, puso su pie sobre la roca
que es Cristo, la Palabra de Dios, para caminar sobre las aguas. No sabemos cuanta distancia caminó, pero si
sabemos que caminó.
Todos sabemos que Pedro luego dudó, y empezó a
hundir, pero eso nos pasa muchas veces a los que nos arriesgamos a caminar en
lo sobrenatural de Dios. Pedro escuchó
esas voces que le habían dicho..."es imposible", "no vas a
poder", "te vas a hundir", "nadie ha hecho eso antes",
"estás loco", "no lo hagas", “mira esas olas enormes”…
Cuando Pedro se empezó a hundir en el agua, Jesús
no le condenó a Pedro. Debemos recordar
siempre que el carácter de Jesús es el de puro amor y que sus “regaños” siempre
son para hacernos crecer. Dios nos
amonesta en amor, para que crezcamos en nuestro entendimiento y en nuestra fe.
Al ver a Pedro empezar a hundir y exhortarle acerca
de su fe, me imagino la cara de Jesús riendo igual que cuando un padre está
enseñando a su hijo a montar en bicicleta. Imagina la frase de nuevo pero esta vez
recordando que es el Dios de amor que lo está diciendo; “¡Hombre de poca fe!
¿Por qué dudaste?” Es cómo decir a
nuestro hijo en la bicicleta..."¡Paraste! ¿Porqué no seguiste?"
Los que confiamos en la Palabra de Dios, de vez en
cuando pasamos por malos ratos donde nos entra la duda, pero es allí donde Dios
de repente extiende Su mano en misericordia y no nos deja hundir. Puede que ese momento de hundimiento nos pueda
parecer una eternidad, pero Dios nos recatará, aunque no sea justo en el
momento cuando nos gustaría. Puede que
nos mojemos un poco, pero lo que sí está garantizado, es que Dios nos rescatará
si volvemos a poner nuestros ojos en Él.
Dios no nos condena por dudar. Sino que simplemente nos exhorta a no dudar de
Su Palabra. Esa palabra preciosa que
Dios nos ha dado, es lo que nos va a sustentar en los tiempos difíciles y no
nos podemos dar el lujo de dudar de ello a pesar de las circunstancias.
Muchos se quedan en el barco y no se arriesgan a
confiar solamente en La Palabra de Dios. Es muy fácil criticar desde el barco, pero
otra cosa es tomar ese paso de fe y depender completamente de esa palabra
preciosa que hemos recibido, y no mirar a las circunstancias que nos rodean o
escuchar a esas voces de miedo y de desanimo que tanto abundan cuando empezamos
a caminar en búsqueda de las promesas que Dios nos ha dado.
Dios se emociona cuando nosotros decidimos confiar
en Su Palabra y empezamos a dar nuestros primeros pasos de fe. Lo que más anhela es que confiemos plenamente
en Él. Van a haber momentos cuando las
circunstancias que nos rodean nos asustan y puede que nos hagan dudar sobre la
fidelidad de Dios o de la palabra que hemos recibido. Pero es por eso que es muy importante mantener
siempre nuestros ojos puestos en Cristo y nuestros oídos atentos a Su Palabra,
para que nuestra fe no falle. A medida
que empezamos a caminar sobre Su Palabra, hay que estar atentos a esas palabras
de ánimo que van a ir llegando por parte de nuestro Papá en la forma de; “¡Muy
bien!”, “¡Así es!”, “Siga así”, “Siga viniendo hacía mi”.
Lo bueno es que aún que nuestra fe pueda fallar,
Dios en Su misericordia no nos va a dejar hundir. A Él le encanta que confiemos en Él, y sabe
que somos carne y que algunas veces podemos fallar, pero lo que Él anhela es
tener más hijos que se arriesgan a tomar pasos de fe, basados en Su Palabra. Dios prefiere que lo intentemos y que
tropecemos, a que nos quedemos en la barca de lo que conocemos.
Cuando extendemos nuestra mano hacía Él, nuestro
Papá nos abraza con una sonrisa y nos agarra firmemente y nos dice
"vámonos juntos". No puedo
imaginar la cara de alegría de Pedro al estar acompañando a Jesús en Su paseo
sobre las aguas, y la cara de asombro de los discípulos a medida que se
acercaban de nuevo al barco. Pedro
experimentó un nivel de provisión sobrenatural que los demás discípulos no
experimentaron e hizo lo que ninguno de ellos hicieron.
Tanto los discípulos como Jesús estaban todos en la
misma tormenta. El barco estaba siendo
azotado por las olas porque había un viento en contra pero cuando Pedro se bajó
del barco y empezó a caminar sobre el agua, Pedro dejó de estar afectado por
las olas y la tormenta. Pedro, al dejar
el barco y confiar solamente en la Palabra que él había recibido, dejó de estar
afectado por las circunstancias mientras que mantuvo sus ojos puestos en
Cristo. Pedro estaba experimentado lo
mismo que Jesús, que es que Su Palabra sostiene a el que cree por encima de
todo lo que pueda pasar.
Pedro obedeció la palabra de Dios, pero era una
palabra que Pedro había buscado de parte del Señor. Dios no quiere robots. Él quiere personas que se atreven a soñar
según Su corazón, inspirados en Su hermosura y Su amor.
El Padre quiere que Sus hijos sean como Él,
creativos y soñadores. El Padre quiere
hijos valientes que se atreven a imaginar y soñar con locuras sobrenaturales
inspirados en Su persona y en Su amor, y cuando recibamos la palabra de
confirmación, entonces nos toca ser muy valientes. Vendrán esas palabras de desánimo y las olas
aterradoras, pero debemos recordar el porqué salimos del barco, y confiar en Su
preciosa Palabra para darnos aliento. Y
lo más extraño es que estaremos más seguros caminando sobre Su Palabra que
quedándonos en el barco.
Pedro vio lo que estaba haciendo Dios e imaginó y
soñó algo inspirado por Dios. Pidió
confirmación de ese anhelo. Pedro dijo
"si este anhelo y sueño es correctamente inspirado por ti, respáldalo con
tu Palabra y haga posible este caminar sobre las circunstancias
imposibles". Se sostuvo sobre esa
Palabra e hizo cosas humanamente imposibles a medida que mantuvo sus ojos
puestos sobre Cristo.
Esto es un maravilloso ejemplo de la voluntad
soberana de Dios y el libre albedrío del hombre trabajando juntos. Es el hombre
eligiendo cumplir con los propósitos de Dios, con resultados sobrenaturales.
Que Pedro sea una inspiración para todos nosotros
que estamos confiando en una palabra o una promesa que Dios nos ha dado, y que
nos ayude a recordar en todo momento que lo importante es mantener nuestros
ojos puestos en Él y nuestros oídos atentos a Su voz.
Bendiciones
Daniel Neve